La Ley sobre Tráfico aprobada hace dos años es clara: «En accidentes de tráfico ocasionados por atropello de especies cinegéticas en las vías públicas será responsable de los daños a personas o bienes el conductor del vehículo, sin que pueda reclamarse por el valor de los animales que irrumpan en aquellas».
Por tanto, mientras no se demuestre lo contrario, los daños originados en este tipo de siniestros corren siempre a cuenta del automovilista accidentado.
No obstante, la normativa matiza que será responsable de los daños a personas o bienes “el titular del aprovechamiento cinegético o, en su defecto, el propietario del terreno, cuando el accidente de tráfico sea consecuencia directa de una acción de caza colectiva de una especie de caza mayor llevada a cabo el mismo día o que haya concluido doce horas antes de aquel”. En el caso de Gipuzkoa, esto podría ocurrir si se organizase una batida en busca de jabalíes, si bien resultaría muy complicado demostrar que el accidente sería una consecuencia de esa acción.
El portavoz del Real Automóvil Club Vasco Navarro (RACVN), Luis Murguia, expone que “el lobby de los cazadores ha tenido mucha fuerza en la redacción y aprobación de esta ley”. Al final, si matas un animal es tu problema, a no ser que el día anterior haya habido una batida. Fue una gran victoria para los cazadores respecto al conductor”, apostilla Murguia.
Este experto en tráfico recuerda que es diferente colisionar con un animal doméstico: “Cambia totalmente si es un caballo o una vaca porque tienen dueño, pero, ¿si te has cargado un ciervo? ¿De quién era? De nadie, y te comes todo el marrón”.
En este sentido, Murguia enfatiza que “hay más siniestros con jabalíes de los que pensamos”. “Cada cierto tiempo se dan y la avería que te hace en el coche es considerable”, concluye.